Si decimos que todos, suena a nadie, pero es la
única respuesta real. Intentemos ampliarla.
Durante los últimos dos años he realizado una
experiencia muy valiosa de observación en México, en diferentes ciudades,
comunidades y grupos culturalmente muy diferentes. Esta actividad la denominé
CUENTOS DE LANA y se desarrollaba en formato de taller dentro de escuelas
primarias y secundarias con la asistencia de miembros de las familias de los
alumnos y los docentes que deseaban participar.
Bajo la convicción de que todos los
involucrados en el desarrollo educativo de un niño, deben estar en contacto,
entendí que las familias (conformadas de la manera que estuvieran conformadas)
debían acercarse a la escuela, en un principio con motivaciones tal vez no tan
específicas respecto al compromiso de ellos o de la escuela como institución,
sino más bien desde un lugar más sensible, amoroso y menos conflictivo. Entendí
también que había “nichos” de comunicación que eran ideales para que los papás
acercaran experiencias personales a la escuela y a sus hijos dentro de ella; y
al mismo tiempo los docentes, les dieran algo que no fuera la crítica o el
consejo de cómo hacer las cosas. La herramienta a utilizar fue el cuento y la
elaboración de un relato con una actividad manual, como era el tejido.
Todos debíamos tener una participación similar
en cuanto a responsabilidades, dar y recibir, grado de confianza entre las
partes, y la expresa convicción de que todos estábamos allí para el mayor bien
de los niños… y de nosotros mismos.
La actividad convocaba a varios encuentros
dentro de la escuela, donde mamás, papás, abuelas, hermanos mayores, tías y
docentes de los niños que asistían a la escuela, se encontraran a compartir
historias, relatos, anécdotas de sus infancias; posteriormente convertir ese
relato en un cuento y este cuento en un objeto.
Trabajando con los parámetros del “teatro de
objetos”, donde “el movimiento al que es sometido el
objeto es lo que sugiere que lo que se ve es la “casi vida” del objeto ya que,
obviamente, a pesar de ser capaz de accionar en la escena, su vida no es más
que una proyección de la imaginación humana. Es un objeto queriendo ser un ser
vivo, transformándose en personaje” (Ana Alvarado TEATRO DE OBJETOS); nos
internamos en la posibilidad de involucrar una anécdota que puede ser sólo eso
o un hecho artístico que genere un producto literario, y así familia y docentes
estarán creando juntos para el bienestar directo y concreto de los niños.
Cuando
el objeto estaba creado, construido, tejido, cada mamá o papá, le regalaba a su
hijo ese objeto contándole su historia.
Esta actividad
quedaba luego abierta a otras que serían el inicio de construcción del camino
de la comunicación entre familia y escuela, tan debilitado en este tiempo. La escuela
conocía la esencia de cada familia y comprendía las construcciones de los niños,
y la familia observaba en forma directa y “desde adentro” cuál era el día a día
de docentes y ámbito escolar en general.
A través
de lo literario y las manualidades, todos entendían que cada uno no es más que
un eslabón en un proceso complejo, y que ese proceso comienza siempre en el
hogar (aunque debamos reaprender el significado de esa palabra).
El
sonido de la voz humana relatando una historia con amor, será siempre una
canción de cuna para un bebé, para un niño, para un adolescente… y para un
adulto. Los lineamientos de esta
propuesta se apoyan en el lazo afectivo (no de sangre, sino “afectivo”) y en la
consolidación de la relación primaria familiar, dando una doble posibilidad:
descubrir la maravilla de contar cuentos a sus niños, y reconocer la gran cantidad de dones que posee cada miembro de la
familia para compartir en ese ámbito. Ya que desde aquí, será también más
amoroso comprender que los niños deben “formarse” en un ámbito de respeto por
sus individualidades y no desde una formación o educación lineal que no permita
el desarrollo del Ser.
ESTAS COSAS OCURRIERON...
"EL VESTIDO ROJO"
Tania nos contó que de muy chica tenía un vestido rojo que amaba. A medida que crecía ese vestido iba volviéndose pequeño para ella, hasta que su mamá se lo escondió porque era imposible usarlo pero ella estaba encaprichada con ponerselo.
Pasaron los años, Tania es hoy una hermosa señora, que tiene una lindísima niña... y un día jugando abuela y nieta, descubrieron entre ropa guardada en cajones que nunca se abrían, aquel viejo vestido de cuando Tania era nena. Por supuesto su hija quiso probárselo y la abuela accedió, justo en el momento en que Tania volvía de su trabajo.
La emoción fue grande al ver a su hija con su vestido, y más aún cuando le pidió que le hiciera uno igual para ella.
Tania escribió su cuento con esta anécdota e hizo una muñeca con su vestido rojo para regalarle a su hija.
Los cuentos se cuentan así... VIVIÉNDOLOS Y RECONSTRUYÉNDOLOS...
mariafernandagutierrez