Aunque existe un taller donde se mezclan los colores, las lanas, las manos, las miradas y los latidos del corazón... hay un instante mágico en que una gota de luz toca ese objeto y entonces respira por primera vez... se asoma a un mundo que estaba necesitando su presencia.
Mi abuela siempre me decía, cuando me acostaba con un pesar, que "lo conversara con la almohada"... y yo confiaba tanto en ella, que un día nació un LIBROSCOPIO ALMOHADA.
MARÍA FERNANDA GUTIERREZ
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